Después viene una década para mí preciosa y de la cual disfruté a tope de la vida, de los 20 a los 30, aquí independencia total, coche, trabajo, tiempo libre y ganas de comerte el mundo. El suelo se derrite al paso de cualquier veinteañero y los días cunden como si tuvieran 36 horas. Al final de esta etapa se empieza a despertar (en mi caso) el instinto maternal y así fue, un poquito después.
De los 30 a los 40, aquí estamos, a los 32 concretamente mi vida cambió por completo al convertirme en madre, nació mi niña y mi vida dio un giro de 360 grados. Todo era y es por ella y para ella. Es lo más grande que le puede pasar a una persona y lo que te da fuerzas para luchar día tras día para intentar asegurarles un buen futuro y una buena vida. Una etapa más tranquila, más serena, más responsable, nos hacemos mayores....
Estos años son muy diferentes los unos de los otros, eso sí, todos tienen sus encantos pero la última década es como he dicho al principio el tiempo que llevo fuera de mi tierra, de mi casa, de mi gente. Aquí he conocido gente maravillosa y otra no tanto, como en cualquier lugar, y a esta buena gente que ya la considero parte de mi vida hasta la eternidad les tengo que agradecer enormemente su cariño, amistad y la extensión de su mano cuando llegué aquí por primera vez. Igualmente el tiempo pasa muy deprisa, cuando pienso que ya han pasado 10 años se me hace hasta difícil de creer.
En breve voy a encarrilar otra década nueva, la de los 40 a los 50, esa ya me da más miedo, jajaja, pero seguro que sus cosas buenas traerá también. De momento la esperaré con ilusión y ganas acompañada por los que me rodean y echando siempre de menos a los que conocí en las anteriores....
